lunes, 3 de agosto de 2009

MÁS QUE SIEMPRE

Voy a llevar la contraria. Quizá no sea la mejor forma de comenzar, pero debo hacerlo: se equivocan absolutamente quienes dicen que los jóvenes “de ahora” somos menos “laurentinos” que los jóvenes “de antes”, o no valoramos tanto las fiestas de San Lorenzo como ellos lo hicieron.

Naturalmente, en el siglo XXI, las fiestas ya no tienen el mismo sentido de descontrol tolerado por una semana, que en otros tiempos cuando era extraordinario salir de noche hasta la madrugada o asistir a espectáculos y vivir en la calle como si se hubiera perdido las llaves de casa. Del cohete a la traca todo era como nunca. El resto del año, nada o casi nada.

Hoy la noche es un territorio ya explorado y por esa razón, podemos dar a esos siete días un significado y un sentimiento aún más excepcionales. En estas fiestas, hierve el orgullo oscense, explota la devoción por nuestra ciudad, se refuerzan los vínculos entre los grupos de amigos y las familias, disfrutamos recibiendo a gentes de los cinco continentes, acudimos a las citas que son parte de la tradición o incluso inventamos nuevas “tradiciones”. ¿Tal vez como siempre? No lo niego y que nadie lo niegue. Desde muchas semanas antes, basta ver los blogs o los grupos de Facebook para comprobar los encuentros organizados y la impaciencia porque empiece el asunto.

Es más, muchos hemos observado que vuelve el blanco y verde, después de unos años de ligera indiferencia. Y la mañana del 10 de agosto no cabe un alma en la plaza para vibrar con los danzantes. Entre el público, cientos, miles de jóvenes. No se ha perdido en modo alguno el espíritu “casta”, como dicen los veteranos. Simplemente es distinto, a veces por motivos forzosos, como el alejamiento de las peñas del centro.

Dicho esto -que sirve aproximadamente para una mayoría-, la juventud también aplica una diferencia sustancial con el pasado. No entendemos que sea “obligatorio” ir aquí o allí y hacer esto o lo otro porque es San Lorenzo. Cada cual celebra las fiestas con la libertad de elegir, vestir, salir, rezar, estar o… no. Se trata de respetarnos y ser felices.

Claro que se producen excesos. Como siempre. Sin embargo, no evito una cuestión muy comentada en pasadas ediciones de las fiestas: la mañana del día 9 se está transformando en un suceso, pero muchas veces los problemas más llamativos están protagonizados por quienes ni siquiera llegan a la edad de ser jóvenes. En ese caso, las responsabilidades también están en sus familias, aunque resulte duro decirlo así.

Para ir terminando, quiero proclamar que somos una juventud más formada e informada (por ejemplo, respecto al alcohol o las drogas y sus terribles secuelas) y consciente de la convivencia y sus límites también en San Lorenzo, que no acepta descalificaciones en bloque (“si es que van como locos/as”) y que masivamente se suma, a su manera, a la manera de hoy, a la identidad de Huesca que se pone de manifiesto especialmente entre el 9 y el 15 de agosto.

Desde estos planteamientos, el Consejo de la Juventud llama a la colaboración y colabora con el Ayuntamiento y otras entidades, con el fin de hacer entre todos, un San Lorenzo alegre para todos. Es lo que queremos y es lo que hacemos, mientras el cuerpo aguante.

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